E.T. (Steven Spielberg, 1982)


Antes de que digáis nada, me gustaría decirlo a mi: E.T. es probablemente la película más importante de mi vida, por múltiples razones personales.
Dicho eso, hay una anécdota que le leí a un crítico (no me acuerdo cuál, pero creo que Mr. Belvedere en Fotogramas) y que me encanta sobre E.T.: cuando la estrenaron en el Festival de Donosti, a mitad de película y hasta el final, al parecer mogollón de críticos salían del cine en plan indignados: “¡es asquerosamente tramposa!”. Sin embargo, según el crítico en cuestión, todos ellos iban con los ojos encharcados en lágrimas. ¡Jajajaja! Brutal Spielberg.
Junto a la trilogías de El Padrino y Star Wars, esta es la película que más veces he visto. Mi concepto de “magia del cine” es la escena del vuelo de la bicicleta de Elliott. La larguísima secuencia final, con los niños enfrentados a los adultos para devolver a E.T. a su hogar, es de esos momentos en los que las emociones se te desmadran y no puedes hacer nada por controlarlas… Todo ello sobre el colchón de la que, para mi, es la mejor partitura que jamás ha compuesto John Williams. Lo cual, como todos sabemos, es mucho decir.
François Truffautt dijo de esta película que quizá era el mejor film sobre y para niños que se haya rodado jamás. No seré yo quien contradiga al genio francés. Monumental lección de cine, el mejor Spielberg.
PD: Manteneos bien lejos de la vomitiva Edición Especial.

Comentarios

Entradas populares